Aprendiendo a empezar.

      El verbo empezar, precedido casi siempre por aprender, es, posiblemente, uno de los que más veces cobra manifiesto a lo largo de nuestras vidas; y es que empezar no es más que poner en práctica aquello que hemos aprendido antes.

    Aprendemos y empezamos desde que nacemos hasta que morimos; aprendemos a hablar y a caminar, y luego lo hacemos y nos demostramos que podemos. Podemos con eso y con todo lo que nos propongamos.

Aprendemos a dibujar, a pintar, a escribir y a leer, y una vez empezamos no queremos parar. Aprendemos a correr, a sentir, a vivir para luego empezar a hacerlo con la esperanza de que nunca acabe.

    Y aunque es algo que todos hacemos constantemente aunque con frecuencia de forma inconsciente, ahora me toca una vez más a mí aprender y empezar; y es que a lo que me enfrento ahora no es más que otro de los pilares sobre los que quiero construir los cimientos de mi vida. Por eso estoy dispuesta a aprender, a empaparme de todo lo nuevo que me rodea y, como ahora, a empezar; empezar a descubrir y abrir mis propias puertas sin dejar que nada impida el objetivo, la meta. Porque lo que más me gusta de ésto, de la vida, de mi vida, es saber que puedo llegar a cualquier meta que quiera conseguir.