La novela “Territorio comanche”, escrita por Arturo Pérez–Reverte, periodista y escritor español y antiguo corresponsal de RTVE, trata el tema del periodismo de guerra. Es una obra ficticia cuya trama se basa en dos corresponsales de Televisión Española, los protagonistas Barlés y Márquez, que se encuentran cubriendo las guerras Yugoslavas.
La trama de la novela es mínima: ambos protagonistas esperan a un lado del puente de Bijelo Polje esperando el tiempo que sea necesario para obtener la imagen del momento de la detonación del puente por parte del ejército croata para evitar así el avance de la Armija bosnia. A lo largo de la tarde los corresponsales recuerdan y comentan situaciones pasadas, generalmente aquellas que vivieron juntos como periodistas de guerra.
Uno de esos recuerdos es lo que hace que esperen durante toda la tarde, y es que Márquez es un perfeccionista de la imagen y nunca se perdonó perder la oportunidad de grabar un puente volando por los aires, de modo que no quiere que esa situación se repita: quiere grabarlo todo, registrar cada detalle, cada astilla, cada piedra que vuele tras la explosión.
Perez–Reverte retrata en este libro la dura vida del reportero de guerra y el peligro constante en el que se encuentra y a menudo comenta la muerte de compañeros de sus protagonistas, de reporteros:
“Porque todos los reporteros, cuando los matan, dejan en el hotel la cuenta sin pagar, camisas sucias en el armario, un mapa clavado con chinchetas en la pared y una botella de whisky sobre la mesilla de noche”.
Se comenta también las muertes en general de las que son testigos, ya sea de soldados o ciudadanos:
“Por un momento Barlés tuvo la fugaz visión de alguien esperando en alguna parte. El muerto era joven, así que quizá se tratara de una madre, o una novia. De cualquier modo ese alguien, a la espera de una carta o una noticia, tal vez pendiente de la radio, ignoraba aún que el objeto de sus pensamientos era un trozo de carne pudriéndose al sol en la carretera. Porque en el fondo cada muerto no es sino eso: el dolor futuro de alguien que te espera y no sabe que estás muerto”.
También se observa en la obra algunas intervenciones por parte de los soldados que asesinan sin piedad y sin ninguna contemplación, como por ejemplo el caso del francotirador que un día decide explicarles (y hacer después de la explicación una demostración) a los protagonistas cómo se debe asesinar:
“Nunca debes matar a la primera víctima con el primer disparo. Resulta más rentable pegarles en partes no vitales, brazos o piernas, y dejarlos allí, vivos y desangrándose, mientras se va cazando a quienes acuden en su auxilio. Solo después, al terminar, se los remata con un último disparo en la cabeza”.
Con todo ésto, Pérez–Reverte no pretende otra cosa que mostrar al mundo la realidad de la guerra, las guerras, que acostumbran a ser mucho peor en la realidad que en la ficción.
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